Rompiendo moldes

Lo que hacemos los THINK, lo hacemos bien, y si se tercia romper algo, pues lo rompemos a conciencia, sin medias tintas, y sin importarnos las consecuencias. Bien, esta afirmación tampoco hay que creérsela a pies juntillas. ¿O quizás sí? El caso es que este domingo rompimos algo.

Pensaba titular el post "El crepitar de las ruedas", por aquello de que el intenso frío que sufrimos toda la mañana había congelado los caminos, que crujían al paso de nuestras burras. Un frío que hizo que Cebo, Gallo, Peli y Zorro nos cruzáramos con pocos bikers a lo largo de los casi 53 kms. de ruta (Rivas – Velilla - Campo Real - cementerio canino - Arganda – Rivas), pero que no impidió que disfrutáramos de la misma con intensidad. Pero después de lo que ocurrió, el título debía ser otro.

Lo más interesante ocurrió al final de la jornada. Fue entonces cuando rompimos lo que rompimos (en realidad sólo lo rompió Cebo). Y es que justo cuando acometió la primera rampa de la trialera que sube a El Piul desde El Campillo, su burra hizo ¡CRACK! Todos recordaréis que en la última marcha de Morata sufrió una caída al chocar con un bolardo del carril bici, y el cuadro quedó dañado en su barra diagonal inferior. Era de esperar por tanto que algo así ocurriera tarde o temprano. Y es que las bicis están calculadas (sus secciones y espesores) tan al límite para conseguir la relación idónea entre material y resistencia, que cualquier variación en su geometría altera notablemente su capacidad estructural, lo que puede provocar un colapso. Y éste fue total en la burra de Cebo, pues no sólo se partió el tubo dañado, sino que también lo hizo el superior, quedando aquella dividida literalmente en dos partes. Un buen susto del que ahora nos reímos, y damos gracias a que ocurrió, no sólo cerca de casa, sino en una subida. La broma llega a que ahora estamos planteando cambiarle el apodo; hay dos opciones, a saber: "EL CRACK" o "INDIANA", por aquello de que ahora anda en busca del cuadro perdido para reconstruir su querida burra.