Fuente: DEIA, Alain Laiseka.
El lunes condujo su coche hasta el hospital de Cruces con el miedo a una respuesta y cuando la escuchó, Markel Irizar puso el cuentakilómetros a cero. Empezaba una nueva vida. La de después del cáncer. Le ha vencido tras una década de lucha. De 2002 a 2012. Ahora que ha pasado, acepta la propuesta de DEIA de comprimir esa etapa en siete capítulos. Echa la vista atrás y habla sin tabúes del miedo a la muerte, la enfermedad, la quimio, su mujer y sus hijos, Armstrong y la liberación de hace unos días cuando supo que todo había acabado. Conversa en la cocina de su caserío de Arrasate en torno a un café cortado y cada palabra que se desliza entre sus labios está cargada de un deseo insondable de vivir cada segundo como si fuera el último. "Armstrong decía que para vencerle, al cáncer hay que decirle que se ha equivocado de cuerpo". Eso hizo Irizar. En su cuerpo no hay sitio para el cáncer; está lleno de vida.
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